lunes, 13 de mayo de 2013

Somos obreros

Comienzo con esta verdad como un puño, porque es necesario que la repitamos una y mil veces para que salgamos de una vez por todas de esa burbuja de clase. Nunca fuimos mayoritariamente clase media (ese fue uno de los engaños), y un título universitario no es ninguna garantía de ascenso social a clase media-alta.
Basta con leer unas líneas de Marx para darse cuenta de eso: proletario es aquel que carece de propiedades y medios de producción, por lo que, para subsistir, se ve obligado a vender su fuerza de trabajo. El proletario no determina las condiciones ni los ritmos de su trabajo, no dispone de rentas, el proletario vende su tiempo y su fuerza de trabajo (traduciendo: obedece a su jefe para pagar el alquiler o la hipoteca y sus gastos).
Que las condiciones laborales de los trabajadores hayan sido razonablemente buenas en los últimos años, no implica ningún ascenso de clase. Han usado esas mejoras de las condiciones laborales de los trabajadores para proletarizar a mayor número de personas. En nuestro país nos hemos cargado el pequeño comercio, las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas, el artesanato… Y así, prácticamente todos, pasamos a tener un jefe, a cambio de una televisión plana y una hipoteca.

Los profesionales, que antaño sí fueron clase media (en parte porque quien estudiaba tenía rentas, en parte porque sus servicios profesionales se vendían caros al ser muy pocos), en nuestra generación se han proletarizado o, para ser más crudos, se han sub proletarizado.
En los últimos cinco años un arquitecto/ingeniero/técnico joven tenía y tiene peores condiciones laborales que cualquier obrero de fábrica contratado bajo convenio. Es más, el arquitecto/ingeniero/técnico joven ni siquiera tiene conciencia de clase y, por lo tanto, es un sujeto político más débil que el obrero de fábrica.

La crisis nos está poniendo en nuestro lugar: el lugar del vulnerable, el lugar del explotado, el lugar del que no posee las riendas de su vida. Desempleo, emigración, desahucios. Y sin embargo, y he aquí el auténtico milagro español, aún no ha habido un despertar de conciencia de clase.
Seguimos esperando año tras año, en sus predicciones económicas, la aparición de los ansiados brotes verdes que nos sitúen de nuevo en el próspero lugar en el que estábamos. Seguimos creyendo que somos clase media atravesando un mal bache porque nuestro televisor sigue ahí. Seguimos creyendo en la “realización vital” mediante un trabajo asalariado. En el esfuérzate y verás recompensa. Seguimos creyendo que nuestra precarización laboral como profesionales responde sólo a los primeros años de vida profesional y a las circunstancias de la crisis económica, y que esto pasará, que llegará de nuevo la “normalidad” y con ella, la posición social y económica que merecemos…

…pero no. La realidad, compañeros arquitectos precarizados, es ésta: somos obreros.

R.P.Mansilla

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